Nos llamó mucho la atención cómo los montaban,
dónde llevaban los hierros, la mercancía…
Era como unos grandes almacenes al aire
libre, y en medio de la carretera. ¡Vendían de todo! Había zapaterías,
pescaderías, panaderías, tiendas de alimentación, ropa, cosmética, bisutería,
juguetería,… y nosotros hasta compramos unas cartas muy especiales para jugar
en clase y acordarnos de esta visita.
Además, todos los tenderos han sido muy
amables, contándonos cómo es su trabajo, lo duro que es estar cada día en un
sitio, montar y desmontar los puestos, y que el día que llueve no pueden ir a
trabajar y no ganan dinero. ¡Es un trabajo muy complicado!
Después de recorrer el mercado, fue
estupendo terminar la visita jugando un rato en el parque. ¡Qué bien nos lo pasamos!
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